«Hay que valorar el suelo agrario de las ciudades por necesidad y modernidad»
JAIME IZQUIERDO, ASESOR DE LA MINISTRA DE MEDIO AMBIENTE 26/05/2009 | |
PERFIL Investigador. Currículo: Escritor e investigador del mundo rural. Premiado desde 1991 por sus ensayos y estudios sobre medio ambiente y desarrollo territorial. En la actualidad es asesor de la ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino.
«Una crisis como la del 'corralito' hizo a la gente volver a cultivar la tierra para autoabastecerse»
«Villagodio forma parte de la historia de la ciudad y hay que tenerlo presente en las decisiones urbanísticas»
Jaime Izquierdo Vallina (Infiesto, Asturias, 1958) ha acuñado el término «desarrollo agropolitano». Cree profundamente que la perspectiva moderna de afrontar la era posindustrial es que los urbanistas vuelvan a mirar hacia el suelo agrario que rodea las capitales, pero no con las gafas de las recalificaciones masivas de las últimas décadas. «Darle valor al suelo agronómico puede tener ventajas comparativas en el futuro», sostiene convencido. En su conferencia de Zamora, dejó en el aire algunas reflexiones sobre las nuevas relaciones que tienen que establecerse entre el campo y la ciudad.
-Zamora es la típica ciudad de servicios que vive del entorno agrario pero, al mismo tiempo, le da la espalda.
-Todas las ciudades tienen un origen agrario y solo en algunos casos han tenido la precaución de darle valor al suelo agronómico. Los fenómenos de recuperación de la agricultura urbana responden a diferentes motivos. En el caso de Rosario, Argentina, la crisis del 'corralito' llevó a muchos ciudadanos a plantearse la opción de ponerse a cultivar en los alrededores de la ciudad y establecer un sistema agrícola de proximidad que dio buenos resultados. En Vancouver (Canadá), los responsables del diseño urbanístico de la ciudad incorporaron la producción de alimentos como una función más de la ciudad y no solo suelo para cultivar, sino que estimularon a comerciantes, restaurantes y a otros sectores indirectos. Son opciones que hay que empezar a valorar por necesidad y modernidad.
-Villagodio, que concentra los terrenos más fértiles del entorno de la capital está en el centro de la polémica porque se pretende construir en ellos el Cylog y un polígono. Un sector de la población no entiende que la Junta haya invertido millones de euros en la modernización del regadío en esta zona para ahora invertir otros miles de millones para instalar naves, cuando existen otros suelos improductivos para utilizar.
-Hay que buscar la lógica al valorar los recursos naturales e ir más allá de su catalogación de protección. Estos suelos de los que hablamos fueron en su momento zona de producción principal y forman parte de la historia de la ciudad, y eso es algo a tener en cuenta en las decisiones urbanísticas.
-Se han puesto de moda los huertos de alquiler en terrenos cercanos a la ciudad.
-Esto es un ejemplo de las manifestaciones posindustriales que están emergiendo, y vendrán muchas más. De la misma manera que la familia troncal del mundo campesino tradicional no tiene nada que ver con las familias de hoy, las relaciones con la agricultura van a tener unos grandes cambios, impensables hace 30 años.
-El turismo rural se vendió como la panacea de la supervivencia de los pueblos de los espacios protegidos y parece que no ha sido para tanto.
-Fue un gran elemento innovador a partir de los años noventa para los espacios protegidos o territorios de economía campesina en vía de extinción, porque incentivaron la iniciativa privada. Pero ahora la innovación está en activar los sistemas agroecológicos locales que produzcan alimentos distintos, para controlar la relación entre el medio natural y el cultural. Estos pueblos son territorios de gran interés ecológico porque lograron mantener esa integración del medio con la cultura campesina, pero cuando la población desaparece se asilvestran. Pasa en los montes con los incendios al igual que con la fauna: cuando una especie aumenta y desequilibra a las otras. Eso ocurre por falta de atención y manejo. A los parques urbanos si les quitan los jardineros se convierten en solares abandonados y entran en declive. En los espacios naturales pasa lo mismo con la despoblación. Por eso hay que pensar en cómo atraer a contingentes urbanos y crear nuevas profesiones, como la de los ecocultores.
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