Tensiones polacas
Última crítica José Luis Giménez-Frontín colaboró en este suplemento desde el año 2005, sobre temas que iban de la narrativa a la filosofía, la arquitectura y el arte. Esta reseña sobre un clásico recuperado es su postrera aportación 31/12/2008 | |
El abanico de autores, desde el XVIII y el naturalismo decimonónico hasta el modernismo, que afronta por fuerza con alguna suerte de ayuda institucional las ediciones KRK de Oviedo ahorra comentarios: Kropotkin, Turguenev, Laurence Sterne o Samuel Johnson, entre otros. Ahora, en su introducción, Agata Orzeszek nos informa de que La muñeca de Boleslaw Prus (pseudónimo de Alexander Glowacki, 1847-1912) "está unánimemente considerada, con Czeslaw Milosz a la cabeza, la obra maestra de las letras polacas modernas". Prus se inserta dentro de una corriente histórica que arrasa la novela europea en claves naturalistas y positivistas, que en España relacionaríamos con todos los intentos regeneracionistas del XIX, y que en el caso de Prus arranca en Dickens para conducirnos casi sin mayores meandros al Zola más combativo. En su día, Prus tuvo que ser altamente escandaloso en una sociedad controlada al detalle por una de las aristocracias más improductivas, reaccionarias, orgullosas, derrochadoras, inútiles y antisemitas de toda Europa, en la que incluso un creador de riqueza era contemplado con recelo y desprecio. El fracaso del emprendedor Wokulski en organizar algo así como una hispánica Sociedad de Amigos del País,por no hablar de la significativa revolución industrial catalana y financiera vasca, constituye uno de los ejes vertebradores de esta novela tan prolija y extensa, y de carga ideológica tan explícita. Entiendo que esta tarea de vivisección es lo mejor de Prus, siempre interesado en el análisis de los mecanismos del poder, como queda patente en su atinada incursión en la novela histórica (El faraón,1897), a la que supongo en la base de la espléndida versión cinematográfica de Kawalerowicz de 1966. ...